Pedro Pedro.

Se supone que Pedro Pedro llegó a la casa de la Adelaura en pésimas condiciones etílicas pero en un satisfactorio escenario moral. Se sentía más que nada sensato. Y dice que le había estado dando vueltas a esa palabra para definirse. Por un lado le parecía sensato autodefinirse a sí mismo como sensato, pero por otro le parecía que ser sensato era poco sensato en las actuales condiciones de su vida. Sobretodo de su vida etílica. / En todo caso, al llegar a la casa de Adelaura estaba pensando seriamente en que el sexo fácil no funciona tan fácil, que no le gusta. Supongo que estaba pensando –algo me había comentado- en la diferencia, por ejemplo, entre la prostitución fácil y barata de avisos de periódicos e Internet versus la prostitución más tradicional, la de prostíbulo con bar. En la primera hay que ir a un lugar a tener sexo, en volá conversar un rato, pero irse rápido. Culiar, pagar, irse. En la de antaño es más como ir en la volá de conquistar a alguien sabiendo que se va a dejar conquistar a cambio de un poco de plata; pero igual hay que ir, sentarse, elegir, coquetear, emborracharse un poco, bailar, besarse un rato. Cuando conversábamos de eso me dijo que piensa que deben haber hombres a los que les cuesta concretar una relación sexual sin el previo coqueteo, cosa con la que estoy en total acuerdo. Pedro Pedro dice que a él le pasa. Entonces la situación en la que se encontró de pronto, en el living de Adelaura tomándose una cerveza, borracho, le pegó, lo webió. / (Después contaba que no sabía qué decirle, que mientras más tomaba menos se desinhibía, que incluso le daban ganas de re arremangarse los pantalones que tenía hasta la rodilla por el calor, sobretodo porque a ella no le molestaba -lo demostraba a través de sus caricias- para nada lo sucio que estaban sus pies, y a Pedro Pedro, a esas alturas de su vida, le molestaba esa suciedad, porque se había propuesto cambiar algunas cosas de su forma de presentarse frente al mundo, propuesta que lo había llevado, por ejemplo, a pasar un miércoles en la tarde sin polera en la casa de su amigo Josergio, que estaba repentinamente súper poco presente en su vida, y a Pedro Pedro, antaño, no le habría hecho ninguna gracia que su compadre lo viera semidesnudo, pero en esa situación no le molestó, por lo que se sintió distinto. Supone él que no sabe qué es lo que sintió, pero le pareció sentirse más viril, dice.) / Así fue que Adelaura lo miró de reojo, como diciéndole que ya, que la agarre y que la manosee. Y Pedro Pedro no sabía cómo decirle que necesitaba hacer alguna otra cosa además de beber para excitarse. Me dijo que le molestaba, por ejemplo, estar sentado con ella alrededor de una mesa, que no hallaba cómo coquetear alrededor de una mesa, que no sabría como tener sexo en una mesa, que estaban dejando de gustarle las mesas en general. Y cuando Adelaura fue a buscar más cervezas a la cocina procedió a sentarse en el sillón. Se supone que se sentó apoyando la espalda en un posabrazos del sillón, medio acostado, y que Adelaura, al volver, se sentó y apoyó su espalda en su pecho y tomó con firmeza su rodilla. Ahí, Pedro Pedro se dijo que no había forma de salir de esa situación: que iba a terminar de alguna u otra forma acostado en la cama matrimonial que Adelaura mantenía en su efímera soltería. Y esa cama era blanda y limpia, cómoda y suave, grande. Y se miró los pies y se dijo que si iba a seguir haciendo cualquier cosa ahí debía hacerla con los pies limpios. / Fue al baño y se sentó en la tina, vestido, pantalones arremangados, sin decirle nada a Adelaura. Tiró el chorro y empezó a limpiarse. Había decidido, eso sí, no usar jabón. Estaba en eso, medio a escondidas, cuando vio un pié tan sucio como el suyo bajo el chorro. Adelaura estaba con los pantalones arremangados también y se estaba metiendo a la tina. Se sentó por el otro lado, apretada contra la pared y le dijo que le lavara los pies a ella también. Así empezó a hacerlo y de pronto ella estaba haciéndoselo a él, sin jabón, sacándole las manchas negras que tenía alrededor de las uñas, las líneas de piñén que se acumulaban debajo de las tiras de la chala. Pedro Pedro pensó que en ese momento iban a terminar teniendo sexo bajo la ducha, mojándose la ropa y todo. / Me estaba contando eso y yo le decía que siguiera, que qué había pasado después. No me dijo mucho, pero me dijo, sí, que no, que no habían tenido sexo, pero que se sintió como Jesús frente a apóstol. Yo no entendí por qué, y él me dijo que no sabría cómo más sentirse.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

sensato

C.

Otras volás

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