Acerca de las guatas, la revolución y la contrarrevolución.

La guata, pese a la particularización social que conlleva, no representa necesariamente a la gordura del humano que la posee; o sea, ni los guatones son gordos ni los gordos son guatones, pues la guata no es más que el pedazo de piel y músculos que se extiende entre las tetas y el pubis, con sus arrugas, separaciones, pelos y ombligo (aunque, como se sabe, no todos los hombres tienen ombligo). Se dice que la peor guata es la de aquellos viejos guatones que, en las tardes calurosas de la época estival, al ritmo de ritmos sandungueros, levantan su maculada polera blanca e insertan su frontera inferior en ese pliegue jugoso nacido del apretujamiento entre su poco masculino pecho y el confín septentrional de su guata. Pero, ¿guata? La palabra guata prorrumpe en nuestro maletín de conceptos mentales a partir de la evolución semiótica del concepto físico watt. Se cuenta que ciertos trabajadores eléctricos, militantes del Partido Comunista, hablaban de Gabriel Gonzáles Videla como el “guata”, así como otros compañeros hablaban del “chancho”, para referirse a Pinochet. El apodo de chancho nació a partir de la cara y los actos del tirano; el apodo “guata” apareció cuando los trabajadores eléctricos de los años de la Ley Maldita compararon la anatomía del fascista con el gráfico tiempo-fuerza de un watt. Sin pensar en los chanchos, hay guatas en todas partes, de izquierda a derecha, de arriba abajo. Lagos tenía guata, y Chávez también; hay mapuches con guata, gitanos con guata, Kim il Sung tenía guata. Yo tengo guata y el director de la Bello Público también. Pero hoy por hoy existe sólo una guata en la patria. Una guata particular, claro, de esas guatas femeninas que se parten por la mitad a causa del pantalón afirmado a la cintura, donde el ombligo desaparece entre los rollos pero siempre está aquella malla de pantie o seda apretada que hace que, además, transpire. Una guata asquerosa, mojada, débil e impetuosa. Fofa. Fea. Supuestamente poderosa. Una guata republicana y ex comunista. Guata gorda y reformada, falsa y mentirosa, vendida y capitalista. Está bien, todos tenemos guata. Pero no todos tenemos la guata fascista de la ex compañera Michelle Bachelet Jeria.

¡Que viva la cesantía!

Hace dos días, el buen Ministro de Hacienda, Andrés Velasco, supo que los niveles de cesantía del país habían subido. Para muchos una mala noticia: más cesantía significa más gente sin trabajo, según entiende el común de los mortales, pero para el buen Andrés no. "Si hay más cesantía es porque hay más gente buscando trabajo, es decir, los chilenos están confiando más en la economía". Así que de ahora en adelante la economía va al revés. Si la cesantía baja, entonces el gobierno estará fallando, pues la gente tendrá menos confianza. Si las gasolinas suben, el gobierno lo estará haciendo bien, pues habrá más circulante. Si la gente protesta por la educación, estará bien, pues demuestra la confianza en la democracia. Ojalá suban los impuestos, para que el Estado tenga con qué realizar proyectos sociales.

Otras volás

Con la tecnología de Blogger.