emigré.

de ahora en adelante, pueden entrar a

Colores esplendorosos. La cámara relativamente rápida. Una mano con las uñas largas y un poco sucias toma una cajita de cartón duro, pintada amarillo, naranjo y morado. La caja, en la mano, avanza dos o tres pasos y es depositada sobre una mesa. Se escuchan ruidos, que se abre un cajón y otro, un cierre abriéndose, un cierre cerrándose, unos pasos, y la otra mano, igual de sucia, deja dos clavos al lado de la cajita, toma la cajita, y la primera mano la destapa.

Ven a beber conmigo en doce copas, doce campanas esta media noche. Escucharás al bronce congelado dañando nuestro adiós con doce voces. Ven a besar conmigo en doce copos la nieve amarga que fundió el invierno sobre la altura de mis sienes, y este desamparado corazón que tengo. Ven a morder conmigo en doce gritos los labios de un dolor ya redoblado. Será la última boca que tú beses cuando vayas camino del ocaso. No bien bebas conmigo el sorbo amargo, en la voz gris de los metales ciegos, vendrá esta medianoche repicando la eternidad de nuestros dos destierros.

Un hombre bajo de pelo muy largo, vestido de colores que, si bien perfectamente combinados, lo hacen parecer ridículo, sale al patio de una casa de clase media mientras se pone unos audífonos-cintillo en los oídos y se acomoda una mochila en un solo hombro. Mira a su izquierda y naturalmente gira a su derecha, camina unos pasos mirando para atrás, voltea, hace a un lado unas ramas, estira la mano, abre el portón, da un paso a la calle y mira.

caramba yo soy dueño del barón ay rosa caramba porque soy un caballero caramba trafico por calagual ay rosa caramba y bajó por los lecheros caramaba yo soy dueño del barón las calles principales que trafico son la estación del puerto con san francisco las calles principales que yo trafico con san francisco ay sí la plaza echaurren hay rosa la avenida argentina y el puente Jaime los placeres y playa ancha fueron mi cancha ay rosa

El ridículo camina por una angosta y muy verde vereda, con árboles bajos cuyas hojas saca para romperlas suavemente con una mano, dejando caer minúsculos pedacitos de hojas al suelo, poco a poco, mientras camina, con la mirada perdida en un futuro sonriente, arreglándose la mochila, pisando fuerte, apurado y expectante, levantándose el pantalón que se le cae. De pronto sus ojos brillan, gira la cabeza a la derecha, a la izquierda, mira atentamente para atrás durante un solo paso, se saca la mochila, la afirma con una mano, abre un cierre, busca, no encuentra, cierra el cierre, abre otro, busca, sus ojos brillan de nuevo, antes de sacarlo mira de nuevo hacia atrás, mira un poco hacia dentro, mira al frente con suma expectación.

Mi vida ya baja, ya bajaron del Olimpo. Mi vida con torompe, con trompeta y guitarra. Mi vida la Gabrie, la Gabriela con Neruda, mi vida, para ce, para celebrar a Parra. Y llegan al Mapocho con la Violeta, con la Violeta cantando para bienes, mi vida, la antipoeta. Ya llegan al Mapocho, mi vida, con la Violeta. Al antipoeta mi alma, mi vida, Nicanor Parra, invitada de honor, Violeta Parra, Violeta Parra. Una flor de violeta, mi vida, para el poeta.

A la caja le pasa lo mismo que antes, pero al revés y en colores mucho más brillantes, casi ridículos. Está flotando en una mano ella, y en otra mano su tapa. Una tercera mano deposita un bulto dentro y desaparece. Es tapada y depositada en un mueble junto a dos clavos, e inmediatamente una mano se lleva los clavos y se escuchan pasos, un cierre que se cierra, que se abre, cajón cerrado, cajón abierto, ruidos, la mano toma la cajita. La cajita flota unos pocos pasos y vuelve a ser depositada donde estaba en un principio (plano detalle): arriba de un estante alto (zoom out), repleto de objetos diversos e irreconocibles, en el último compartimiento, luego, la cajita ya no se diferencia de entre los demás objetos, son muchos, coloridos, fade out, fondo negro: เข าจะได้ไปเที่ ยวเมื องลา ว

Otras volás

Con la tecnología de Blogger.