Tercer sueño.

Ya. Rápido. Mi cuerpo era pura piel, no había venas, músculos, huesos ni nada. Piel. Piel como plasticina. Me agarraba un dedo, desde la base, y lo desprendía de la mano suavemente; la piel de la mano se volvía flácida un momento y el dedo salía sin inconveniente alguno. Lo miraba un poco. Tenía sus huellas digitales y todo. Lo separaba en pedacitos, lo apretaba, lo estiraba, hacía pelotitas con él. Después lo reconstruía como podía para ponérmelo de nuevo. Se venía feo antes de ponerlo, pero una vez en la mano retomaba su forma habitual y seguía funcionando. Me sacaba varios dedos de una mano; todos, después. Me sacaba una mano entera. Con la otra me costaba mucho hacer formas, así que me sacaba un pié. Acostado en la cama trataba de hacer formas entretenidas con la piel-plasticina, pero no me funcionaba, quedaban cosas feas, figuras deformes y cosas raras. Así que me ponía el pie y seguía intentándolo con una un brazo, una pierna. No me acuerdo qué más pasaba hasta que le regalaba una pierna a alguien. Eso. Corta.

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