Me acuesto y sintonizo el partido de Chile. Es el primero de abril y, en vez de seguir a mis amistades, a una fiesta donde se sintonizaría el partido, me acuesto en mi cama y observo. Pasadas las 19:00 comienza el partido. Poco a poco me voy molestando con el relato y los comentarios, sobretodo con lo que habla Pedro Carcuro. Me impresiono una vez más con la cantidad de años que un hombre como él lleva en la televisión.
Se acaba el cero a cero y comienzan las noticias. Nada especial, como siempre. Un par de muertos, un político le contesta a otro en una conferencia de prensa a cientos de kilómetros, un grupo de manifestantes se transforma en un grupo de delincuentes. No puedo dejar de mencionar mi malestar con cada “Crónica” de 24Horas: todas iguales, fomes, largas. Pese a que son noticias, cosas actuales, las hacen en un idioma ridículo y poco empático, donde el periodista se muestra como un experto sin serlo, donde no se responden las preguntas adecuadas, donde no se eligen los temas por su necesariedad, sino por el morbo y la tontera.
En el tiempo, Luis Weinstein me informa del calor futuro. Recuerdo el juego de palabras que él mismo creó y narró unos minutos antes del fin del 2008. Lo veo ahora, recuerdo eso, y me doy cuenta que éste parece ser un buen hombre. Incluso puede que tenga buenas intenciones.
Después de un par de comerciales parte Última Salida. Es la segunda vez que veo el programa y me parece alucinante, morboso e innecesario. Pocos días después sólo recuerdo algo acerca de un adicto a no sé qué que se negó a tomar un tratamiento para su adicción. La secuencia lógica de un programa como aquél parece ser (Protagonistas de la fama+Vida 2000)->(Rojo: Fama-Contrafama+Doctor Vidal: Cirugías que curan)->Pasiones->¿Cuánto me quieres?->Última Salida.
Comienzo a pensar que la aparición de un programa como éste, una especie de docureality, no puede haber sido azarosa, así como la aparición del Realityshow, en la que se juntó un grupo de “expertos” a pensar en un programa. Un docureality como éste parece la conjunción de un montón de otros programas, de textos, una hipertextualidad donde se transmite más de un show a la vez, y donde se mezclan extrañamente la medicina, el morbo y aquello que en la tele llaman “realidad”.
Después de soportalo una hora aparece Dr. House. Él me agrada. Es de esas personas en las que suelo depositar mis pretensiones futuras. Es fascinante cómo se muestra duro y agradable, y cómo, de cuando en vez, es un hombre como cualquier otro, que se enferma y que no tiene con quién compartir su tiempo libre. En ese capítulo de la quinta temporada se tropezó con algo, y siguió caminando como si nada. Ese tipo de aciertos me convencen de que la televisión estadounidense tiene muchas ventajas frente a la chilena. Los personajes de acá, aunque puedan simpatizarte mucho, como Tito Larraín o los hermanos de Una Pareja Dispareja, nunca tienen ese dejo de nostalgia que invade las series norteamericanas, ni esa oscuridad de las películas francesas, ni esa claridad del teatro.
Empiezan nuevamente las noticias y vuelven a aparecer los muertos. En las noticias hay muchas muertes. Una vez vi una película de Michael Moore donde mostraba los noticieros canadienses. Los problemas más terribles que mostraban de esa sociedad pretendidamente perfecta eran cosas como la altura de los lomos de toro o el exceso de ciclovías. Bien por ellos. Mal por nosotros. No creo, en todo caso, que si las noticias chilenas fueran así nuestra sociedad sería mejor. Incluso, tal vez, todo lo contrario. Pero estoy casi seguro de que sería distinta.
Luego veo el capítulo de repetición de Los Exitosos Pells, el mismo del día anterior, pues a la hora de la teleserie estaban dando un programa referente al partido que transmitía Canal 13. Era tercera vez que transmitían esas imágenes, y el día domingo lo harían por cuarta. No hago más que molestarte con la planicie que se posa como una pared frente a cada personaje, excepto al gordito que es director de las noticias, que me parece un personaje interesantísimo. Días más tarde, cuando ese personaje estuvo de cumpleaños, dejé de verlo así, mas no dejé de ver el programa.
Otra vez aparece Dr. House. Veo el programa en su totalidad, pero no puedo evitar pensar en la decadencia de un canal que repite de esa forma sus adquisiciones extranjeras, como Canal13 con Los Simpsons. También me sorprendo de las 4 transmisiones diarias de noticias, y de la repetición de la teleserie. Puede ser un deseo por hacernos pensar la realidad desde una sola perspectiva. Más bien desde unas cuantas, que las decide quién sabe quién. Hace unos días un profesor decía algo que bien podría decir yo: con la cantidad de noticias que se producen, es imposible que un solo hombre las lea, escuche y vea todas. Imposible. Me imagino que hay personas que quieren que veamos su versión de la realidad. Y hay tantas versiones que se crean montones de textos paralelos y ajenos. Algo así como una súpertextualidad, sobretextualidad, megatextualidad, o como sea.
En fin. Se acaba por segunda vez la serie estadounidense y una voz en off me informa un par de cosas que no me interesan del canal, su visión y misión, su alto cargo y la dirección de éste. Aparece una foto del frontis del canal, y la programación que comenzará en 4 horas más.
Absorto, cambio de posición después de siete horas. Me siento en la cama, desenchufo la tele para no tener que pararme a apagarla, me acuesto, y espero.
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Hace 3 años
3 comentarios:
Amigordo:
Dictamos cursos para cerrar los ojos.
Foto CONACE, sapo culiao.
Buenas noches Belmontolio
"Pasadas las 19:00 comienza el partido. Poco a poco me voy molestando con el relato y los comentarios, sobretodo con lo que habla Pedro Carcuro. Me impresiono una vez más con la cantidad de años que un hombre como él lleva en la televisión."
Oye Montolio, cuando estabai viendo el partido de Chile-Uruguay es imposible que escucharai los relatos de Pedro Carcuro, porque los derechos de transmisión los tiene el 13 y Carcuro tiene contrato vitalicio con TVN (es un rostro inamovible del canal estatal). En el canal católico pal empate 0-0 con los charruas estaba en el relato Ignacio Valenzuela y en los comentarios Aldo Rómulo Schiapaccase y Pato Yañez.
Que poca rigurosidad tu ensyao.
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