Zánganos y Zopencos

Políticos zoomorfos y zopilotes, despreocupados por las zubias patagónicas, zumban en nuestras conciencias televisivas y zahieren los intereses del pueblo. Hace poco, el mozalbete Zaldívar se zafó de suerte de la comisión de pesca, y el Zalaquett, atroz, de comuna en comuna, un zabarcero de demagogia, como dice wikipedia. Me enojo, pues, con estos hombres, prefiero una zampoña, o una zambomba, o algo para hacerles zancadillas. Son zancudos, muy lejos del zorzal que dicen ser. Merecen azotes, hundirse en el zoquiaqui y en el azobre, necesitan zozobrar. ¿Los peores?, los que colgaban zurrones de sus hombros, y sus ideales quedaron zopos, y reparten libranzas al extranjero, diciendo que les pertenecen, y zipizapan con la derecha, zapateando esencias inocuas. ¡Zambombazo a los que zancajean por las municipalidades con zancos de cristal!, zascandiles asquerosos, zanguayos, maestros de la zanguangua; los subiría a un zeppelín y los mandaría a Zambia, a todos los zonzos y las zonzas zoófagos que creen en el zodiaco neozelandés que conocieron cuando un zapato les sacó los zaragüelles de sopetón, y con un zapapico creó una zanja, por donde las zarigüeyas lanzaron sus esperanzas y esfuerzos, y si no las lanzaron, las zambucaron, para irse a bailar zarabanda, zorcico y zamba, y agazapados se fueron donde el zar, o a cualquier parte, según el azar y la marca de las zapatillas y aceptaron el tranzar y las alzas, y defenestran la lucha de los zapotecas, y lloran por la azotera exigua, y añoran los zandungueos de los setenta, y volvieron zanquilargos, izando lienzos ajenos y defendiéndose con zorrillos, y todo lo que pensaban lo afianzaron en el zócalo, lejos del azafrán, y le dieron rienda suelta al aznacho inmoral, y apresaron a los lanzadores de azagayas, y llenaron sus casas de azúcar y azulejos, se hicieron amigos de Aznar, olvidaron a Zapata y a Enriquez, y se empezaron a bañar en azahar.

¡A las zarzamoras!

Otras volás

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