No más por una mañana,
en su infancia,
que en jueves santo,
que la semana sagrada,
que caminaba muy bonita al lado de la mar;
y la arena quería encontrarla y subir por sus chalitas;
pero como no es animal,
no llegaba nada de arribita.
Después se embarcó en una barquita inglés, y,
ya en la guerra (
teutona: germana
) -allá alumbra el sol al revés-,
la arena le llegó hasta la cinturita.